Ahora cada día. No importa la época del año, Instagram, y su algoritmo, nos acosa con mensajes sobre la “operación bikini”, el peso en la menopausia, hormonas, dietas, suplementos, ejercicios y todo tipo de métodos convencionales, holísticos y hasta extravagantes para perder peso.  Muchos de esos reels y posteos, son bien intencionados, otros vienen camuflados con frases de amor propio y autocuidado. No importa, porque en verdad lo que nuestro cerebro recibe es un bombardeo constante de mensajes y estímulos sobre cómo debería ser nuestro cuerpo.

Nunca tuve sobrepeso, sin embargo nunca estuve conforme con mi cuerpo. Se que a muchas nos pasa lo mismo, porque no se trata solo del peso corporal, la imagen o la autoestima.

Los anuncios nos venden una vida inalcanzable, porque no tenemos (según entendemos a nivel subliminal) el cuerpo para conseguirla.

No necesitas que yo te cuente como se siente la frustración y el sentimiento de no encajar en un mundo que impone ciertos estándares de belleza. Los conoces perfectamente.

Para mi fueron muchos años de batallar con dietas, gimnasia, tratamientos de estética y mucha inseguridad. Me agoté. Seguramente vos también, por eso me estas leyendo.

A pesar de todo, mi romance con la comida nunca terminó. Vengo de una familia italiana de cocineros magistrales, que celebra con comida la alegría del encuentro, y reconforta tu corazón con comida ante cada tristeza, y es que en verdad la comida siempre es una aliada si la ponemos de nuestro lado, no tiene la culpa, y nosotras tampoco:

La idea del cuerpo perfecto, la longevidad y la juventud eterna, es un virus instalado en nuestra conciencia colectiva.

Que seguimos alimentando con cada pensamiento de rechazo hacia nosotras mismas, si no es el peso, son las arrugas, las canas, las hormonas, la celulitis y podría seguir porque la lista es interminable. Vivir día tras día con esas ideas en la cabeza, nos agota. Hasta que decidimos cuestionarlas a fondo, y descubrimos que hay una vida mejor “al otro lado de la orilla”. 

Imaginá tu mente como un río enorme, crecido, saturado de pensamientos basura, difícil de cruzar. En una de sus orillas hay cansancio, frustración y la sensación de no encajar. Pero cuando lográs cruzarlo, la vida se ve mucho mejor. No es perfecta ni siempre color de rosa, pero hay una sensación de paz y aceptación que antes no tenías.

Mi deseo es que puedas ver en vos lo que se puede ver, cuando cambias tu perspectiva: un cuerpo perfecto, que se adaptó a tu historia de vida, y que está en constante movimiento, cambio y transformación. No voy a mentirte, desprogramarse no es fácil, hay días buenos y días malos, pero te aseguro que se puede vivir desde la aceptación y no desde la lucha constante contra el propio cuerpo. Porque al final, se trata de vivir como realmente nos dé la gana, sin estar todo el tiempo intentando encajar en estándares impuestos, en lo que los otros esperan, o en las ideas tóxicas que modelaron nuestra mente.

Mi propósito hoy es compartir con vos lo que me ayudó a mi y a muchas mujeres que ya han participado de este proceso. Brindarte herramientas y recursos muy simples pero poderosos,  para que puedas liberarte de la carga emocional detrás de tus conflictos con el cuerpo.

Aceptar el cuerpo no significa resignarse.

La resignación es cruzarse de brazos y rendirse, mientras que la aceptación es reconocer la realidad sin que eso impida el cambio. Es válido querer sentirte cómoda en tu cuerpo, mejorar tu salud y exaltar tu belleza, pero desde el amor propio de verdad, no del que nos venden las redes, ni desde la autocrítica, el miedo por comer o volver a engordar, la culpa, o la vergüenza por envejecer.

No es lo mismo tirarte a matar en el gimnasio, desde la culpa por todo lo que comiste el fin de semana, que desarrollar disciplina y constancia, a través de una forma de movimiento que puedas disfrutar, para mejorar tu resistencia y sentirte más fuerte, enérgica y saludable.

La diferencia está en la intención. Y las intenciones están ocultas en nuestra mente.

Por eso ahí es donde hay que empezar a trabajar, y es el espacio donde yo puedo acompañarte.

Es un proceso vivencial, que vas a poder llevar fácilmente

en tu día a día.

Incluye ejercicios prácticos de autoindagación y herramientas simples de gestión emocional que reducen notablemente tus síntomas de ansiedad, calman tu mente y te aportan mayor claridad y tranquilidad en tu vida diaria.