Bienvenida!

Soy Agustina, tengo 45 años y vivo actualmente en Córdoba, Argentina. Estoy acá para acompañarte en el proceso personal que estés atravesando. Y sí, entiendo porque lo viví,  que a veces no sabemos qué necesitamos, solo sentimos profundamente que algo en nuestra vida está pidiendo un cambio... y con eso es suficiente.

Yo misma tuve que recorrer un camino que consistió en mirar hacia adentro, tomar contacto y asumir todo el dolor emocional que me estaba causando además, una serie de síntomas físicos.

Luego de cumplir mis 28 años, y tras haber perdido un embarazo, me conecté  con un vacío existencial, que me llevó a cuestionarme quién era yo y qué era lo que realmente quería de la vida.  Cambie de trabajo. Tomé cursos,  sesiones de coaching, hice viajes, retiros, y rituales, experimenté con escuelas espirituales y esotéricas,  incluso con plantas sagradas, buscando las respuestas, que siempre estuvieron en mi, pero en ese momento no lo sabia.

Me formé en un sin fin de Terapias Holísticas, disciplinas de Movimiento Consciente y Neurociencias, explorando la conexión entre la mente, el cuerpo y las emociones, buscando la síntesis perfecta entre ciencia y espiritualidad. No todo fue útil o beneficioso, en mi camino de busqueda. En el trayecto, fui tomando conciencia de lo que necesitaba filtrar, incluso descartar, sobre todo técnicas y abordajes que generan mas confusión, que a veces son un engaño o solo simple pérdida de tiempo. No todo es válido ni inofensivo, en el camino del desarrollo personal.

Fueron mas de 25 años de estudio, y profunda introspección y a pesar de eso no me salve de la crisis de los 40. Aunque ya mi estilo de vida se había convertido en mi profesión y estaba parada en otro lugar, no me escapé  de esa crisis, que tarde o temprano nos alcanza a todas,  los cambios en mi cuerpo, mis hormonas, mi sensibilidad emocional, mis dudas y temores llegaron con nuevas preguntas existenciales que volvieron a golpearme fuerte.

Ya no conectaba con muchos de mis espacios de pertenencia, me costaba mucho la vida social y tuve que poner en orden mis vínculos, todos juntos y al mismo tiempo, pareja, familia y amigos.

Yo era de esas personas que pensaba que me llevaba bien con todo el mundo, pero fui descubriendo que eso, a veces implicaba no llevarme tan bien conmigo misma, esconder o callar mi propia voz, para no molestar, complacer,  agradar, o hacer cosas, para que me quieran, me acepten o no me abandonen.

Me enfoque en conocerme en esta nueva etapa de la vida, en soltar la necesidad de hacer feliz a otros para hacerme cargo de mi propia felicidad. Y fui habitando poco a poco una versión mucho más genuina de mi.

Así es como mucha gente a quien no le gustó la nueva yo, salió de mi vida, dejando la puerta abierta solo para relaciones honestas y nutritivas. Me separé de mi pareja luego de 20 años, (sí, me casé muy joven!), para volver a encontrarnos mas adelante con nuevos ojos. Entendiendo esta vez que las relaciones no fluyen, se trabajan, se construyen. Que Ser Pareja no es lo mismo que tener pareja como una meta mas en la vida. Que la relación  es sobre todo un poderoso espacio de autoconocimiento, un espejo que nos muestra nuestro propio reflejo. Y muchas cosas más que ojalá te pueda contar en algún momento.

Luego de muchas noches oscuras del alma, y del dolor que a veces acarrean estas metamorfosis, he aprendido a hacerme responsable de mi propio bienestar.

Esto es lo que voy a compartirte en cada uno de mis espacios terapéuticos, no solo desde la teoría sino desde la experiencia de mi propio recorrido, lo que me ha servido y lo que no. Y del recorrido de muchas mujeres maravillosas a las que he tenido el privilegio de acompañar estos últimos 12 años, en el proceso de sanar sus vínculos, la relación consigo mismas y con su cuerpo.

Son ellas quienes me han enseñado a mi, que de verdad el dolor emocional puede transformarse en resiliencia,  que el cambio  inicia cuando estamos listas para soltar la queja, y asumir la responsabilidad de poner en orden nuestra vida.

Pero sobre todo, que este es un camino de ida, que no consiste en arreglarnos o cambiarnos porque estamos mal, o en llegar a una meta. No. Se trata justamente de lo contrario,  de transitar el proceso de sacar las armaduras, soltar las creencias que nos limitan, el miedo y la culpa, para poder habitar ese Ser Esencial, auténtico, genuino, perfecto tal y como es, que siempre fuimos. 

No dudes más, si te tomaste el tiempo de leer hasta acá, es porque sos de las nuestras. Así que nuevamente: bienvenida!